CRÍTICAS

11/06/2022. Diario Ideal (Antonio Ordóñez)

EL HERMOSO SUEÑO DE LOS ORTEGA QUE YA SUPERA EL SIGLO

Sitoh. El tercero de la saga suma a los fondos de su padre y abuelo, que atesora el IEG, 600.000 fotos de su archivo propio

Un fondo gráfico que no para de crecer a través de un archivo vivo. Un nieto que también es hijo y que mantiene la verdad de un apellido. Una familia comprometida con consolidar una ventana única a nuestro pasado. Todo eso rodea a la exposición, ‘Entre dos siglos. Fotografías 1982-2022) que se inauguró en el Antiguo Hospital San Juan de Dios y que confirma que el Legado Familia Ortega, donado al IEG hace unos años, sigue alimentándose; en este caso gracias a la incorporación de cuatro décadas de trabajo de Sitoh Ortega, tercera generación de este apellido.

Unas 600.000 fotografías realizadas en esos cuarenta años por Sitoh Ortega se suman ahora al medio millón de documentos gráficos que conformaban ya el Legado Familia Ortega con el trabajo realizado por Joaquín y Pepe Ortega. De la exposición, su autor destaca que tuvo que emplear alrededor de tres meses para plantearla, pues si bien de los documentos que estaban digitalizados sí tenía más referencias, las fotografías que estaban en negativo requerían una investigación más exhaustiva. La selección final se reparte a través de diferentes murales identificados por bloques temáticos, y que son fiel ejemplo de su labor. Esta parte reúne unas 400 imágenes que se exhiben bajo el

prisma y la mirada actual del autor. Paralelamente, en una de las salas adjuntas al patio del San Juan de Dios se pueden contemplar medio centenar de fotografías independientes.

Una parte muy importante de la exposición se centra en el reportaje (social, político, de fiestas, etc.) fruto de su dilatada trayectoria en medios de comunicación, principalmente en IDEAL (al que estuvo vinculado durante años, al igual que su padre, el gran Pepe Ortega) o Agencia EFE. Así, se pueden recorrer imágenes ya inolvidables del pasado de la provincia, y que como muchos visitantes destacaron en la inauguración, vistas desde los ojos del hoy recobran nuevos significados, y revelan una mirada irónica o satírica que quizás en su día aparecía más velada. Ortega reconoce que está de acuerdo con esta idea: «Cuando hice muchas de esas imágenes para la noticia del día no las veía con la perspectiva de ahora. Quizás no les otorgaba tanta importancia como la que adquieren con el tiempo y con la mirada de hoy en día», asevera.

La fotografía de Sitoh recorre así en ‘Entre dos siglos’ desde situaciones del día a día; pasando por celebraciones significativas de Jaén, como sus fiestas; momentos que se tachaban año tras año en el calendario, como la marcha de los jienenses a la Vendimia; junto con sucesos marcados en el recuerdo de muchos, como las inundaciones del Puente de la Sierra, los conflictos raciales en los ochenta en Martos; o las manifestaciones de olivareros en Bruselas.

Tras esa parte más representativa de la labor en medios de comunicación de Sitoh, la muestra se dirige hacia otras de sus parcelas creativas, como la fotografía de viaje, y especialmente la de artes escénicas, festivales, conciertos, etc. Con paradas especiales en citas culturales a las que el fotógrafo está muy vinculado, como son por ejemplo el Premio ‘Jaén’ de Piano, el Festival de Jazz de Jaén, Imagina Funk o Etnosur. Estos contenidos encajan a la perfección con otra de sus pasiones, la música, que ha desarrollado en diferentes formaciones, como autor de bandas sonoras para cine, etc.

Estas cuatro décadas del trabajo de Sitoh Ortega complementan y amplían el rico patrimonio de su abuelo y de su padre, que desde hace años se protege y documenta en el Instituto de Estudios Gienenses. Ellos, Joaquín y Pepe (y también la tita Pepita) abrieron una puerta eterna a la historia de la provincia jienense del último siglo.

Fueron los grandes maestros de un Sitoh Ortega que también ha llevado la pasión a lo mejor del oficio. Precisamente, el fotógrafo recorre, en la introducción del catálogo de la muestra, la labor y lo que le aportaron esos primeros Ortega.

La mejor familia posible

«Tuve la suerte de tener la mejor familia que uno puede soñar y que tiene mucho que ver con quien he sido luego». No olvida tampoco a su madre, que además de aportarle sangre francesa, «exhalaba amor por todos sus poros. Era pianista en su juventud y me ayudaba mucho con esa parte de mí, la de la música», incide Sitoh.

Una pasión, la musical, que también atrapó a otro de sus referentes. «Por parte de padre, hay que hablar primero del abuelo Joaquín. Él y todos sus hermanos eran músicos. Luego le compró una cámara de fotos al farmacéutico de Arjona…

la fotografía se convirtió en su pasión. Yo siempre he pensado que era un genio… A los setenta y pico años, se puso a pintar y dejó un montón de cuadros», añade. Pero su gran referente fue sin duda su padre, Pepe Ortega. «Mi maestro, mi mentor, mi compañero, mi cómplice. Siempre dio la cara por mí. Me enseñó grandes lecciones de fotografía y de vida…».

El alma creadora de los Ortega no la ha heredado solo Sitoh, sino que reconoce que sus dos hermanos también la recibieron. De su hermano Paco dice que «le dio por la ingeniería, pero ahora sabemos que tiene un enorme fotógrafo dentro que se ha destapado con un montón de fotos increíbles. Espero verlas expuestas un día». De Joaquín, su hermano mayor, «que acaba de dejarnos hace poco, estoy seguro que su gran genio como pintor ha dejado algo en mi manera de hacer fotos. También me ha dejado esa lección de vida de usar el humor para mejorarlo todo».

A Joaquín le dedicó especialmente esta exposición Sitoh el día de la inauguración, porque como defiende «De Joaquín y Paloma (pues no puedo imaginar el uno sin el otro) partió la idea de legar el archivo al IEG y que tanto está sirviendo para estudios, libros y documentales». Un archivo que seguirá creciendo sin duda, pues a la cámara de Sitoh le quedan muchos clics, y mucho talento que sumar a este gran archivo que todos los jienenses deben sentir como algo importante, como algo suyo.


18/04/2022. Prólogo del catálogo “Entre dos siglos” (Antonio Ordóñez)

DE SITOH A ORTEGA…

La cámara de Sitoh ha transitado por dos siglos sin cesar de hacer clic. Ha pasado del analógico al digital, pero su macuto no ha dejado de estar colgado de su hombro. Porque lo de este hombre que parece que no envejece viene de la cuna, de haber crecido rodeado de artilugios fotográficos, y del sabio conocimiento mamado de su abuelo, de su tía, y sobre todo de su padre, el inolvidable Pepe Ortega.

Primero conocí al fotógrafo de prensa, pero poco a poco se fue revelando ante mis ojos el artista en mayúsculas. Y es que cada ángulo de Sitoh es parte del todo y el todo lo es de cada parte. Porque su sensibilidad vuela alto y su inconformismo no tiene límites. Por eso se atreve con todo. Sí, con todo.

Creo recordar que la primera vez que me crucé con la melena y la cámara de Sitoh fue cerca del Kiosco El Parque. Yo me deleitaba devorando los inolvidables colines que allí servían, y él andaba haciendo una encuesta con un redactor que hoy no consigo reconocer. Me llamó la atención todo de él. Pero principalmente –y es algo que me sigue sucediendo– su potente actitud. En aquel entonces empezaba a dibujarse en mí el deseo de andar los caminos del periodismo, pero no podía imaginar que unos años después estaría al lado de Sitoh haciendo yo las encuestas. Ya no se hacen apenas encuestas como aquellas, y los colines del Kiosko El Parque no tienen nada que ver con los de aquel entonces; pero la cámara de Sitoh sigue haciendo clic.

Unos años después llegué a IDEAL. Y allí estaba aquel tipo menudo, pero de aplastante personalidad, que junto a Francis J. Cano ponía rollos y rollos de negativo a la vida. El personaje desconocido se fue convirtiendo en inagotable fuente de experiencias y aprendizaje; y con el paso del tiempo en amigo. Al lado del fotógrafo se me fue manifestando también el músico, y ahí la ecuación se despejó como perfecta porque descubrí al creador en toda su extensión. Precisamente el hermanamiento de la fotografía y la música –en realidad las artes en general– hacen de Sitoh lo que es: una persona con una enorme sensibilidad, que derrocha a borbotones y con la que escribe imágenes únicas. Pocas veces he visto a nadie tan entregado en un foso. Con su aparente tranquilidad, su mirada taimada y mostrando que se mueve a la perfección en un hábitat del que forma parte, Sitoh saca lo mejor de los escenarios con su singular lenguaje visual.     

Sitoh ha narrado con su mirada un pellizco enorme de su presente. Como fotoperiodista ha recorrido la capital, y la provincia, rescatando para siempre momentos claves de la realidad política, social, cultural y cercana de este territorio. Todos conservamos en la memoria instantáneas imborrables que recuerdan el devenir de esa historia cada vez más lejana. Pero además el mundo de la cultura se ha cribado a través de su mirada sensible y talentosa, haciéndonos palpar con los ojos instantes apasionantes en encuentros como el Festival de Jazz de Jaén, Etnosur, el Premio Jaén de Piano, Imagina Funk, circuitos como el de la Sala EA… junto a un sinfín de espectáculos que han pasado el filtro de Sitoh. Su última aventura: el cine. Solo le quedaba sumar a sus pasiones por la fotografía y la música el séptimo arte; y como no podía ser de otra manera, ha aprobado con sobresaliente cum laude.

Transformación natural

En todo este recorrido se ha producido la natural transformación de Sitoh a Ortega. Porque a José, lejos de pesarle el apellido que ostenta, lo ha moldeado hasta hacerlo parecer liviano, y así seguir aupándolo a lo más alto de la profesión, del oficio, de la pasión. Ahora me gusta llamarle así, Ortega, pues creo que honra al hombre, al profesional y a su estirpe.

Han pasado los años, y nuestro amigo ha incorporado a su pasión y entrega un cóctel de sabiduría, experiencia y trabajo bien hecho que muy pocos serían capaces de elaborar. Su ilusión, su cámara y su espalda han soportado el paso de dos siglos sin que se perciba el desaliento o la pereza. Ortega sigue mirando como Sitoh; pero Ortega lo hace ahora más lejos, más profundo, más para adentro.

Ortega es también maestro de fotógrafos, enseñando su pasión y su oficio. Pero además de fotografía, es maestro de reflexión, de saber mirar, de entender desde lo sencillo, de valorar la pasión por el trabajo. Es un sabio que acompaña a otros a caminar por su universo creativo a través de los pasos de la honradez, de la labor bien definida y mejor ejecutada. Sigue dando vida así al legado recibido de los Ortega, de su padre, con el que reconoce seguir soñando de vez en cuando para compartir nuevos momentos dulces, aunque sean desde el mundo irreal del durmiente.

Sitoh ha pasado a ser Ortega, José Ortega; aunque siempre quedará mucho de Sitoh, pues la singularidad y la frescura permanecen. Mucho más se puede decir de este gran personaje de nuestro Jaén más brillante, y por eso solo se me ocurre concluir con aquellas palabras del genial José Luis López Vázquez en la película ‘Atraco a las tres’: ¡Ortega!, cucha tú que te diga. Aquí un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo. 


18/04/2022. Prólogo del catálogo “Entre dos siglos” (Antonio Garrido)

LA FAMILIA ORTEGA, SITOH Y UN LEGADO PARA JAÉN

Hay una expresión muy popular en nuestro idioma, que también se utiliza en otras formas diferentes de hablar, cual es “de casta le viene al galgo”, que viene a significar que los hijos heredan con frecuencia las cualidades de los padres, aunque algunas veces el legado recibido se remite incluso a generaciones anteriores. También existen casos en los que se suele decir, pero en sentido peyorativo, que la primera generación crea, la segunda confirma y la tercera acaba con la actividad de que se trate. Pues bien, hoy estamos ante un personaje, Sitoh Ortega, que ha hecho buena la noble tradición familiar de la fotografía, y la ha dotado de estilo personal, por su sentido de la creatividad y del buen gusto por la belleza de las imágenes. Nombrar a Sitoh Ortega en Jaén no es solo hacer referencia a un reconocido fotógrafo, todo el mundo sabe que es un artista en el más amplio sentido de la palabra, que se mueve como pez en el agua en diferentes disciplinas, especialmente la música y el cine, que le están deparando grandes satisfacciones junto a su primigenia vocación y profesión.

Parece que fue ayer cuando le conocí, pero cumple cuarenta años de ejercicio y le coge en una edad en la que este innovador tiene aún cuerda para rato y capacidad para seguir sorprendiéndonos. La saga de los Ortega como referentes de la fotografía me retrotrae a su abuelo, Joaquín, al que no conocí, pero no me faltan referencias de su trayectoria, fue un adelantado de su tiempo, y le siguió los pasos su hijo, mi querido y admirado Pepe Ortega, con el que conviví durante bastantes años de mi trayectoria como periodista en la Redacción de Ideal en Jaén. No solo era un grande en lo suyo, sino que, sobre todo, era una escuela de bondad, una persona irrepetible, de la que guardo los mejores recuerdos. Pasé largas horas con él haciendo periodismo de calle, pateando la ciudad, o en su piso de La Carrera, en el mismo edificio de la legendaria papelería “Santo Rostro”, donde no solo disponía del taller de revelado de las fotografías que iban a ser publicadas en el periódico, sino que mantenía su estudio, muy acreditado, por el que pasaron generaciones de jienenses, Pepe Ortega retrató a medio Jaén de su época y entre su padre, él, y después su hijo Sitoh, han plasmado en imágenes los acontecimientos grandes y pequeños que han tenido lugar en Jaén y en parte de la provincia, desde la segunda mitad del pasado siglo hasta nuestros días. Pues bien, Pepe y yo éramos casi familia, porque el trabajo nos había unido por mucho tiempo, y en ese estudio y en contacto con la información de cada día, es como empecé a tratar a quien iba a seguir sus pasos. Este zagal despierto venía pisando fuerte, como se había criado entre máquinas, el aprendizaje fue rápido y satisfactorio, y me alegra saber que este hijo, que adora la memoria de su padre, no solo no lo ha decepcionado, sino que como con los talentos, los ha multiplicado al ciento por uno.

Empezaba Sitoh su incursión en el mundo del periodismo gráfico en 1982, el año en que el PSOE ganó las elecciones generales por primera vez tras la restauración de la democracia, el mismo en que se produjeron hechos destacados para la provincia, como lo fueron la intervención por el Banco de España de la Caja Rural y entidades cooperativas; cuando el Ministerio de Economía y Comercio daba el visto bueno a la Feria Monográfica del Aceite de Oliva, lo que hoy se conoce por Expoliva; que se produjo la integración en la Universidad de Granada del entonces Colegio Universitario “Santo Reino”, o que el alcalde de Jaén, Emilio Arroyo López ponía en marcha el llamado teléfono de la ciudad. Desde entonces hasta hoy se ha recorrido un buen trecho, principalmente Sitoh se ha convertido en una autoridad, en todo un maestro, en el mundo de la imagen, y ha seguido dando lustre al apellido. Un creador todoterreno, porque en su momento abandonó una actividad encasillada y voló más alto, para abarcar nuevas formas de expresión artística.

La familia Ortega ha culminado la donación al Instituto de Estudios Giennenses, de la Diputación Provincial, de todo su legado, una cantidad ingente de clichés y fotografías donde se encuentra la historia de nuestro Jaén en el periodo antes aludido, y su generosidad va a permitir que esa inmensa colección esté al servicio de los investigadores en particular y de los ciudadanos en general, de manera que un patrimonio tan rico no se pierda. Ningún lugar mejor que el Centro Documental de la docta Corporación para garantizar la digitalización, la conservación y la custodia de unos fondos cuyo valor es incalculable. Me parece que la decisión de Sitoh y los suyos es el mejor homenaje que puede rendir a la memoria de sus predecesores, padre y abuelo, que la sociedad en su conjunto sabrá agradecer hoy y en el futuro.

No quiero dejar de subrayar la impronta personal con el valor de su visión artística que Sitoh Ortega da a sus trabajos, y el oficio que ha acumulado en estas cuatro décadas de ejercicio continuo. Cada vez que he tenido el placer de visionar sus imágenes de un Etnosur, de un Premio Jaén de Piano, o de cualquier otro acontecimiento de la vida cultural de nuestro Jaén, me he reafirmado en la idea de la fertilidad de su autor, que en gran medida es innata, puede requerir la academia, pero en su caso creo que también tienen mucho que ver los genes. Se ha dicho hasta la saciedad que una imagen vale más que mil palabras, y aunque los teóricos no se ponen de acuerdo en la controversia, no cabe duda de que a las imágenes se les reconoce mayor objetividad que a las palabras, porque al menos en la mayoría de los casos, suelen ser elocuentes, lo que sí me llama poderosamente la atención en cada instantánea de Sitoh es que más que la fotografía lo que parece interesarle es la vida, o la parte de la vida que se percibe en ella. A propósito, la escritora y cineasta Susan Sontag, dejó escrito que “la fotografía es, antes que nada, una manera de mirar. No es la mirada misma”, una definición contemporánea que le cuadra al autor de la muestra que se ofrece ahora a nuestra consideración.

Tratando de profundizar en la obra del protagonista de esta exposición, le cuadra esta sentencia de un reconocido fotógrafo norteamericano del pasado siglo, Ansel Adams: “No haces fotografías sólo con la cámara. Las haces con todas las imágenes que has visto, con todos los libros que has leído, con toda la música que has escuchado, y con toda la gente a la que has amado”. O este aserto de otra gran celebridad, Yousuf Karsh: “El corazón y la mente son la verdadera lente de la cámara”. Sitoh sabe de sobra que la fotografía es un lenguaje, que en palabras de otro grande, Bruno Barbey, recientemente fallecido, “puede ser entendido y comprendido por todo el mundo”. Muchos que se asoman con sus fotografías a las redes sociales se creen ya virtuosos por el hecho de estar presentes en estos grandes observatorios, pero no se es fotógrafo, en el más amplio sentido de la palabra, si no es conociendo los aspectos que enriquecen la fotografía y que las hace distintas de cualquier otro profesional. El ojo de Sitoh no es ni mejor ni peor que otro, sencillamente es único.

Enhorabuena por la importante muestra, que estoy deseando disfrutar, para revivir momentos inolvidables de la vida de nuestro Jaén junto a Sitoh, y por legar, como solo hacen los grandes, este valioso tesoro de un tiempo irrepetible, pues a la cesión anterior, se unen estos 40 años que se corresponden con la etapa más moderna de nuestro discurrir como territorio, con el más joven de la dinastía Ortega como el ojo que todo lo ve. Gracias a ejemplos como este es como vamos enriqueciendo nuestro patrimonio material, cuya recuperación es un logro social con un valor que se acrecienta con el tiempo.    


22/03/2018. Diario Jaén (Emilio Prieto)

LA LUZ DE LA ARMONÍA

Quien diga que las imágenes no suenan es porque, aún, no ha visitado La luz de la armonía, la última exposición de Sitoh Ortega que llega al Centro Cultural Baños Árabes con forma de homenaje al legado fotográfico de su familia y a la sexagésima edición del Premio “Jaén” de Piano. Y muchos serán los que se pregunten qué se oyen en estas imágenes.

 Es fácil de comprobar al situarse frente a un piano gigante representado sobre una lona que invita a seguir sus “claroscuros”, un blanco y negro que se traslada más allá de sus teclas e invaden las instantáneas del artista a través de un paseo por la memoria que comienza en la década de los 50 y llega hasta la actualidad.

 De esta manera, y con un hilo musical de canciones tocadas a piano por los ganadores de este certamen de ámbito internacional, los espectadores pueden ver, en cada fotografía, el esfuerzo, la constancia y el virtuosismo de músicos como Ralf Nattkemper, Lucia Lv Jie Zhang, Anastasia Vorotnaya, Mi Hyang Yu o Moisés Fernández Via, entre otros, los mismos que, un día, fueron los protagonistas y el centro de todas las miradas en el Teatro Infanta Leonor.

 “Esta exposición recoge fotografías mías desde principio de siglo hasta ahora, mientras he sido fotógrafo oficial del Premio “Jaén” de Piano. También hay otra parte en la que aparecen imágenes que tomaron mi abuelo y mi padre en su momento y que datan desde 1958. Mi relación con este certamen es muy especial por mi dedicación a él. Lo amo”, indicó Ortega emocionado.

 Así, el recorrido presenta una treintena de fotografías de gran formato, 11 imágenes realizadas por su familia y 14 instantáneas tomadas por lo que su autor denominó “el otro lado”, y que no es más que una cara del certamen más desconocida. En ella, se pueden apreciar escenas como la tomada de Guido de la Llana afinando el piano antes de cada sesión, la zona de prensa del Infanta Leonor, los presentadores antes de abrir el acto, el cambio de escenografía tras el telón o la preparación de la grabación del concierto, entre otras.

 “Inaugurar esta exposición me hace especial ilusión, porque Sitoh Ortega forma parte del Premio ‘Jaén’ de Piano. Es el heredero de una estirpe de fotógrafos jiennenses que han sido capaces de plasmar casi 100 años de la crónica de Jaén. Creo que eso le hace tener a Sitoh una mirada muy especial. Y eso es lo que queríamos reflejar en esta 60 edición de este certamen, una visión de sus antepasados a través de él. Este concurso ha dado fama y trascendencia a Jaén dentro y fuera de la provincia, más allá de los 66 millones de olivos”, apuntó el diputado de Cultura, Juan Ángel Pérez.

 Así, un pentagrama gigante se eleva sobre la antigua capilla del Palacio de Villardompardo para recrear la historia a través de la armonía musical y visual en un escenario que, sin lugar a dudas, se convertirá, hasta el próximo 22 de abril, en un punto de encuentro para los melómanos jiennenses. “Elegí el blanco y negro porque tanto las teclas como las notas son de esas tonalidades. El color me iba a distraer de la esencia de las fotografías. Eso es algo que mi padre decía. La selección de las imágenes ha sido dura. Cuando fotografío músicos pretendo que se puedan escuchar las fotos. No me basta con que salga nítida. Eso es fácil. Busco extraer la expresión máxima del intérprete. La música tiene que verse en estas instantáneas. Por eso, la muestra se llama así”, concluyó Ortega.


21/03/2018. Diario Ideal (Antonio Ordóñez)

LA LUZ DE LA ARMONÍA

‘SITOH’ es fotógrafo. Un gran fotógrafo. Y además es músico. Un músico formidable. Dos emociones que le ‘nacen’ de familia, pues mientras aprendía a mirar la vida a través de las cámaras de su padre y de su abuelo, la música sonaba continuamente en su universo más cercano.


 Con estos mimbres esta exposición tenía que ir más allá de un espléndido proyecto profesional, para convertirse en un gran ejemplo de lo que le remueve por dentro al artista. El ‘Jaén’ de Piano ha sido un regalo de inspiración para J. Ortega ‘SITOH’, y él a su vez ha sido el cómplice más fiel que podría haber encontrado este veterano certamen internacional.

 En ‘LA LUZ DE LA ARMONÍA’ Ortega (el fotógrafo y el músico, cada uno de ellos en las dosis pertinentes) nos enseña a escuchar con la mirada. Porque la columna vertebral del trabajo de ‘SITOH’ es “que las fotos se oigan”. Y en esta exposición se escucha la armonía de la música; pero también los pensamientos y sensaciones de todos esos intérpretes que han pasado a lo largo de tantos años por el concurso. Porque las fotos hablan del Premio ‘Jaén’; y nos trasladan emociones, inquietudes, ambiciones, anhelos, alegrías, desaires…


 ‘LA LUZ DE LA ARMONÍA’ repasa la labor de ‘SITOH’ como testigo fiel de este certamen, desde el año 2004 al 2017, a la que se suman imágenes de los años cincuenta, sesenta y setenta, pertenecientes al Legado ‘Familia Ortega’. Nos encontramos ante una exposición que se organiza con motivo del LX aniversario el Premio ‘Jaén’ de Piano y que nos sorprende porque el fotógrafo al final va a tener razón, y es posible: Las fotos se oyen. Prepárense para escuchar.


06/06/2018. Paisajes / Diario Jaén (Miguel Viribay)

“Sitoh” elije un fragmento y pulsa el obturador para fijar el tiempo y detenerlo en una acción… Nos acerca sus obras siempre abiertas al libérrimo horizonte de su mirada de fotógrafo comprometido con la realidad…


05/10/2004 Diario UNO / Paraná / Argentina (Horacio Lapunzina)

El músico de la lente inquieta… sorprendiendo por la fuerza que emanan esas imágenes.



23/09/2004. Diario Jaén (Paco Salas)

…Donde la faena se convierte en puro placer al lado de este tipo alegre y genial, que me sorprende continuamente con su arte.



12/01/1999. Artes y letras (Enrique Seijas)

Lo de Sitoh podría definirse como autentica poesía en movimiento sin el menor temor a caer en los tópicos más habituales de este tipo de comentarios…
…Todo tiene cabida en el objetivo analizador de Sitoh, que siempre está pendiente…de lo que para otros sería meramente anecdótico y para él, con una mente y una vista expresamente preparadas para ello, se convierte en fundamental.

21/12/1998. Diario Ideal (Eva Villen)

…Colores y enorme fuerza expresiva, es lo que golpeará directamente a los espectadores de estas fotografías: “Ritmos de colores



18/12/1998. Zarabanda (Concha Araujo)

Ritmo, formas, música, colores, sabor, fuerza, luz, sensualidad… “Ritmos de colores, así se llama la exposición que la próxima semana inaugura Sitoh



17/07/1997. Diario 16 (Beatriz Díaz)

Toda la riqueza visual de los conciertos… aparecen entremezclados por una multitud de colores y músicas sin fin



20/09/1996. Zarabanda (Concha Araujo)

José Ortega “Sitoh” desde el pasado Lunes refleja en “Artisteo” los últimos ocho años de trabajo. Advierte que la deformación profesional le lleva a valorar el contenido de las imágenes por encima de la técnica artística de las fotos.
… la exposición está cuajada de guiños a los artistas, sobre todo a los músicos…